Siempre McCartney

Image

¿Y quiénes son esos señores?  Le pregunté a mi primo Roberto tras ver que tenía varios posters de ellos pegados en la pared.

Son los bicles.

¿Y son hermanos verdad? Supuse tras notar que traían el mismo corte de pelo, lo más lógico era que su mamá los mandaba juntos a la peluquería, a la manera en que la mía lo hacía con mi hermano y yo.

Nel, no son hermanos. ¿A poco nunca los has oído? Na, todavía estás bien moco, tu puras caricaturas y cepillín, tus papás te tienen bien consentido. Los bicles  son la onda.

La brecha generacional entre mis primos y yo hacía que prácticamente fuéramos unos extraños, y cuando intentábamos platicar me sentía tratado con el desdén de quien conoce muchas cosas y lo considera a uno un escuincle mión y consentido. Que para ser honestos, eso y no otra cosa era lo que era yo en aquel entonces.

No volví a tener contacto con los bicles hasta la secundaria, el profesor de Inglés nos ponía a practicar cantando canciones de ellos principalmente aunque también de otros artistas, en realidad las balbuceábamos en la modalidad  “washawashear” pues no confiábamos en nuestra pronunciación y solo levantábamos la voz en el coro “Güi ol livin in yelo sobmarin”.Mismos años aquellos de mi primer guitarra, mi primer amor, mi primer beso,  mis primeras chaquetas (antes sólo usaba suéteres), en fin…una adolescencia más o menos típica que fue musicalizada por un grupo que sonaba muy fresco. No importaba que se hubieran desintegrado como agrupación hacia veinte años y que uno de ellos hubiera sido asesinado hacia diez, sonaban frescos.

Como todos aquellos cuyo idioma natural no es el inglés, me enamoré de los Beatles por la música, por la manera en que agitaban la melena y lanzaban el “uhhh” antes del coro de She loves you, por el na na na na de Hey jude, por los pegajosos riffs de guitarra, por el solo de Ringo en The end, por lo simpaticos que eran , por las imágenes de su llegada al JFK y su presentación en el Ed Sullivan Show, por el Shea Stadium, por Twist and Shout, por Anna de Arthur Alexander, por Get Back, por la pachequisima película del Viaje Mágico y Misterioso y la mas aún psicodélica cinta de dibujos animados Yellow submarine, por…porque me hacían y hacen vibrar el corazón y llenan de gozo el espíritu cuando los oigo cantar. Los malditos Beatles están sonando mejor que nunca.

Cuando comencé con la afición por la música del cuarteto no tenía dinero para comprar cd´s, bueno, no tenía dinero para nada. Lo primero que tuve de ellos fue un cassette pirata que le robé a mi hermano, quien nunca fue fan pero lo tenia por alguna o dos canciones que le gustaban. Y recuerdo haber escuchado dicho cassette una y otra vez hasta estropearlo, aumenté mi acervo Beatle robándole cassettes a mis papás de los que yo notaba que casi no escuchaban, el contenido original eran los éxitos de Antonio Aguilar, La Sonora Santanera, Pedro Infante. Yo les ponía un papelito o masking tape en el hueco y listo, tenía yo una cinta para grabarle encima “El club de los Beatles, de Radio Universal” Llené una caja con tales cosas. Y como olvidar el berrinche en modalidad puchero voy a dejar de respirar, en el súper para que mi madre sacrificara parte del gasto y aligerar  la larga lista de frustraciones traúmaticas de su gordo y berrinchudo hijo, comprándole su primer CD del cuarteto: Past Masters Two. Adivinaron, también lo toqué tanto que se terminó estropeando. Lo de que los CD’s no se rayaban, era un mito.

Ser un fan de los Beatles sale caro, sus CD´s siempre fueron los más caros del estante en la tienda y a principios de los noventa era muy raro encontrar CD´s apócrifos, los que encontraba uno  en esos paraísos de lo falso, los kilos de a 800g  y las ricas fritangas llamados tianguis, eran de muy mala calidad y carísimos.

La noticia de que por fin un Beatle y no cualquiera sino el más talentoso a juicio de quien esto escribe, daría un concierto en la Ciudad de México en noviembre de 1993 me provocó dos sensaciones: La alegría per sé de un evento así y la frustración segura que me provocaría el hecho de que dados los precios y que en ese entonces no era autosuficiente me iba a quedar con las ganas. Y así sucedió. Misma frustración pero llevada al extremo en mi hermana a quien yo induje en la beatleadicción y la tarde del concierto la vi llorando  y suplicando a mi mamá que al menos la llevara a las afueras del autódromo para oír a McCartney de lejos.

Saldé esa deuda conmigo mismo y con la chillona de quien les acabo de contar nueve años después, cuando durante la segunda visita de Paul a México, fui y la invité. Lo urgente no da lugar a lo importante y como si no tuviera otras necesidades más apremiantes compré de los lugares más caros, y algo me hizo sospechar que fuimos los únicos de la zona cara que nos regresamos en microbús a casa.

Para un fan nunca es suficiente, asi que volví a asistir durante la tercera visita y cuando me enteré de que habría una cuarta pensé. Ya lo vi tres veces, ya sería mucho ir otra vez. Como era de esperarse, volví a asistir.

Lo más difícil de un concierto ocurre meses antes, durante las asquerosas preventas. Nunca he tenido ni quiero una tarjeta de crédito. Así que siempre me he visto en la necesidad de pedir chichi a alguna amistad quien si tiene, para que ponga su tarjeta  y después le pago. Cuentas claras amistades largas así que siempre saldo mis deudas a 30, 60 o 90 vueltas, como Dios manda. No es cierto, pago puntual. Cállate Jorge.

Los precios para el más reciente concierto de Paul McCartney en el Estadio Azteca eran obscenos, si lo querías ver de cerca tenias que perderle el amor a 12000 pesos mas el “cargo por pésimo  servicio” y aún mas, existió un paquete “VIP non plus ultra you´ll be able to suck the dick of Paul McCartney” que costaba 28000 pesos. Los organizadores saben del nivel de adoración que tiene McCartney aquí, buscan capitalizarlo y lo consiguen.

Ni loco pagaría yo por eso…¿o si? Bueno el caso es que el dia que arrancaba la preventa estaba yo obseso como es mi costumbre con el ratón en la mano, sudando copiosamente y cuando pude entrar a la pagina de Ticketmaster ya no había boletos de los que pensaba adquirir, un par de  honrosas plateas altas, ni tan tan ni muy muy. No voy hasta adelante pero no lo quiero ver colgado del techo. Sólo quedaban de tres sopas, los de 12000, de 5000 y de 3700, gulp. Compré de estos últimos, dado el precio compré uno solo, recordé al instante una crónica de Juan Villoro de un concierto de los Rolling Stones en la cual un profesor universitario saludaba a su familia a través de los micrófonos de una radiodifusora “Quiero mandar a un saludo a mis hijos a quienes no pude traer porque sólo me alcanzó para mi boleto” En aquel entonces me pareció un viejo egoísta pero hoy ante las circunstancias no hice sino comprender al pobre hombre ya que me encontraba en las mismas. Sería la primera ocasión que iría a un concierto de McCartney yo solito. Yo solito y otras ochenta mil personas.

Tener el boleto en mis manos fue un suplicio dado, reitero, el pésimo servicio de Ticketmaster que prometió entregármelo a domicilio pero luego me lo hizo perdedizo y tratar de encontrar a alguien con quien preguntar significa quedarte como idiota oyendo musiquita y mensajes en su línea telefónica por mas de una hora.  Con una pequeña ayuda de mis amigos, es decir la gran ayuda de mi amigo Jorge una semana antes del concierto por fin pude tener el boleto físicamente.

El día del evento pensé en lo difícil que sería la llegada, al ser día laboral y hora pico la de mi traslado, dudé en llevarme mi carro pero al calcular que Paul es como Chente y para beneplácito de todos mientras no dejamos de aplaudir no deja de cantar, terminaría muy tarde y el regreso a mi casa al otro extremo de la ciudad sería muy difícil, opté por llevármelo. Conseguí estacionamiento en un fraccionamiento popis cercano al estadio, Richie el bajista de la banda donde toco vive allí aceptó ayudarme con eso.

Mi pronóstico de tránsito se cumplió a cabalidad y tardé más de dos horas en llegar al Azteca. Una vez estacionado el carro me dirigí al estadio pero al ser una mole tan inmensa, uno lo ve ya cerca pero caminas y caminas y nomás no llegas.

¡Capas para la lluvia, lleve su capa joven! ¡A diez para que no la pague a veinte allá adentro! Vi que estaba nublado aunque no mucho pero por aquello de las dudas compré una, la guardé en la bolsa de mi chamarra y seguí presuroso pues ya estaba sobre la hora de comienzo según el boleto. Cuando por fin atravesé la  entrada el reloj decía que eran cinco para las nueve. Se comentó en los medios  de un loco corriendo desesperado buscando el túnel indicado en su boleto. Ya dejen de buscarlo. Está escribiendo la crónica de su visita al Azteca.

Ya adentro la acomodadora no espero a la gratificación voluntaria, que si tenia planeada y le di, sino que me dijo “lo molesto con la propina joven”. No fuera a ser que se me olvidara.

Y todavía jadeando tras la penosa carrera vi que aun faltaba para el comienzo pues no se llenaba aun el inmueble y en el escenario había un DJ a quien nadie pelaba. Entonces comenzó una ligera llovizna que al poco tiempo se convirtió en una pertinaz lluvia. Hombre precavido vale por dos, pensé. Busque mi capa en el interior de mi chamarra y nada, la perdí, seguro la tiré accidentalmente al sacar el boleto o algo por el estilo. Hombre precavido vale por dos y hombre pendejo vale madres, pensé. El vendedor de capas de adentro las ofrecía a módicos sesenta pesitos y me dije ¿Y que chingados tiene mojarse? Y en esa actitud decidí no preocuparme por ello y me mojé, la chica de al lado iba en pura playera e igual terminó empapada lo cual resultó visualmente muy grato. En las enormes pantallas se presentaba el collage con imágenes y música de McCartney mientras seguía lloviendo. Se me hizo larga la espera cuando por fin apareció Paul y aquello era un perol hirviente, la locura, la beatlemania se conserva intacta y más aún se ha acrecentado con la llegada de nuevos adeptos y ahora ochenta mil personas vitoreaban al artista quien ataviado en saco azul y camisa blanca apareció levantando las manos y saludando. Comenzó con Magical Mistery Tour. La gente vitoreaba entusiasta y  entonces terminó, la lluvia, ¿Cómo el concierto? Si les acabo de decir que recién comenzaba, ay deveras. Continuó con Juniors Farm y no les voy a hacer la lista cronológica de las canciones por dos motivos: no lo recuerdo y resulta que siempre es el mismo con algunos pequeños cambios. Además son muchas,  el concierto duró tres horas.

Existe un pequeño demonio aguafiestas que se me aparece de vez en cuando y me decía “¿Es el mismo concierto siempre, pa que veniste y gastaste tanto? Pues ya lo sé, pero es Paul, es calidad, es lo mismo pero siempre es muy bueno. —le contesté—

—Pos si, será Paul, pero mira mira, ahorita va a saludar “¡hola chilangos!” igualito que la vez anterior. Ahorita va a contar lo de que aprendió español en la escuela y a recitar su payasada de los tres conejos en el árbol y quien sabe que,  mira  mira…todo le festejan, baila como el tio borracho de las fiestas, ya está grande, ya…

Entonces agarré a mi demonio aguafiestas, le di un par de bofetadas y decidí guardarlo en la maleta y seguir disfrutando. Otra de las cosas que no me gusta mucho de ir a conciertos es algo que ya comenté en ocasiones anteriores y en realidad no es idea mía sino de Sergio Zurita pero adopte pues concuerdo con ella. El mexicano va a los conciertos  a festejarse a si mismo, a oírse el. Hace lo posible por no dejar oir al artista y se pone a cantar sin saberse bien la letra  a tal volumen que te gritan en la oreja. Pero igual me dije, pues cantar entonces. Y ahí me tenían, yo si, bien afinado a buen volumen y cantando en mi perfecto inglés cada una de las canciones. Prrrr

Alguna vez fui un fan enfermo del fútbol, un tifoso como los llaman en Italia. Así que hace años era un asiduo asistente al Estadio Azteca, pero siempre iba yo a las localidades altas del estadio por dos razones: Porque el fútbol se ve mejor desde arriba y porque era para las que me alcanzaba. Pero ahora que estaba yo a nivel de cancha la perspectiva es muy distinta. Desde arriba el estadio se ve grande pero no tanto, se ve más grande  en televisión que estando allí, por lo menos eso siempre me sucedió. Pero desde abajo cambia totalmente la perspectiva, la verticalidad de las tribunas y lo alto de las mismas lo hace ver como un autentico monstruo de cien mil cabezas que han de hacer sentir al cobrador de un penalti que se surra en los calzones y al arquero rival al momento de cobrar un saque de meta y que todos le griten “¡¡¡PUUUTOO!!!” le deben por lo menos de dar ganas de llorar de la impotencia.

El asunto de los encendedores en los conciertos no creo que haya nacido aquí pero incluso McCartney lo comenta en entrevistas y en el mismo concierto que le resulta algo muy sorprendente y en temas como “Everynight” el espectáculo ocurre en las tribunas, todos prenden las luces en sincronía con la música y aquello resulta una vista espectacular.

De tal modo que ver la inmensa pared de gente, encendiendo sus luces me hacia recordar el enorme cerro que se mira en el horizonte desde mi casa, por las noches las luces de las casas y el alumbrado público lo iluminan de manera muy similar a lo que estaba yo viendo en ese momento.

¿Y pagaste tanto para venir a ver el mismo cerro que ves diario desde tu casa? Me gritó el demonio aguafiestas desde el fondo de mi maleta. Le di un puntapié al a misma y seguí disfrutando el concierto.

Es difícil encontrar los highlights en un concierto de McCartney ya que es un creador de éxitos a destajo. Hoy en día está muy de moda sobre todo en México, aunque también cantantes extranjeros han hecho lo propio, el grabar CD’s de grandes éxitos del cancionero mundial o nacional según sea el caso, así Robin Williams grabó su disco de éxitos de antaño, Rod Stewart hizo lo mismo en tres volúmenes, María José abusa incluso con sus “amante de lo bueno”. Y ya en lugar de escribir canciones cantan los éxitos probados. Bueno pues al estar en un concierto de McCartney uno escucha And i love her, Yesterday, Hey jude, Let it be, Get Back, Lady Madonna, y uno tendría la sensación de que es un concierto de recopilación de los grandes éxitos del rock, pero con la diferencia de que aquí todas son composiciones de él.

Mi momento favorito en un concierto de McCartney siempre es Live and let die, la pirotecnia, las explosiones esta ocasión retumbaban muy especialmente dada la acústica del estadio, el fuego en el escenario, aquello si se vuelve una cosa muy loca. Mccartney siempre termina esa rola haciendo la seña de “ya, párenle, fue demasiado, cállense, ¡me quedé sordo!”. El coro de Hey jude siempre es un momento fantástico pues te hace sentir parte de algo bastante especial, asi que aquí el mantra na na na na na na Hey Jude nos hace alcanzar el trance sin necesidad de droga alguna, bueno, yo no. Siempre en los conciertos invariablemente te terminas fumando la mariguana de alguien mas pues te llega el petatazo aunque un concierto de McCartney no es así lo mas hippie ni pesado, pues igual congrega a la banda que al publico  familiar, lo mismo gente mayor, que los papás, jóvenes y muchos niños.

Visualmente es impresionante pues el uso de imágenes en las enormes pantallas siempre es muy atinado. Sucede incluso que al ser tan clara y enorme la imagen uno en muchos momentos termina por estar volteando durante el concierto no al escenario si no a las pantallas. Si, pague casi cuatro mil por ir a ver televisión, ese no fue mi demonio, fui yo. Pero reitero son imágenes muy atinadas, una enorme luna durante blackbird, imágenes de la época temprana de los Beatles durante “All my loving” extractos del videojuego de los Beatles, mucho rojo e imágenes de la antigua URSS durante Back in the USSR, Frida Kahlo provoca los gritos de muchos cuando aparece durante Lady Madonna, James Bond durante Live and let die. Y obvio, tomas en vivo del escenario con acercamientos a Paul y los integrantes de su banda. Brian Ray, el guitarrista rubio se parece mucho a Luis Hernández el futbolista oriundo de Poza Rica, al estar en el Estadio Azteca lo hacía parecerse aún más. Rusty Anderson es otro magnífico guitarrista. Un colega músico me dijo “ni son tan buenos, tocan pura escalita bien pinche, no se desplayan”. No hay peor crítico de un músico que otro músico y peor si el crítico es uno bastante regularcito como es el caso de quien me dijo eso. El baterista Abraham Laboriel sobrino del ídolo de las multitudes como el mismo se autoproclama Johnny laboriel, es musicalmente muy bueno pero además destila simpatía y dado su volumen llama mucho la atención, por si fuera poco la cámara lo ama y cuando Paul canta Dance Tonight, gran parte de la misma aparece a cuadro pues  comienza a hacer coreografías tipo La Macarena y termina ganándole la risa por sentirse haciendo el oso pero todo mundo termina amándolo y vitoreándolo.  El tecladista Paul Wix Wickens es quien mas tiempo ha tocado con Paul pues lleva con él 23 años en giras y es igual gran músico, muy efectivo pero el mas anónimo. Igual que la mayoría de los tecladistas, somos los más desapercibidos de las bandas de rock para desgracia de mi ego en un principio  pero hoy bastante conforme con eso. Claro el tecladista es muy anónimo a menos que te llames Edgar Winter o John Lord y toques en Deep Purple. Pero no es el caso de Wix ni mucho menos el mío.

Momentos muy emotivos son cuando recuerda a “sus hermanitos” (Si eran hermanos, mi primo no tenia razón). Canta Here Today dedicada a John Lennon.  Y un medley compuesto por Un día en la vida y Give peace a chance. De George Harrison interpreta al principio con ukulele y luego ya la versión que todos conocemos de Something. En algún rincón del planeta Ringo Starr reclama ¿Y por que a mi no me dedica ninguna? Por que si no te has dado cuenta a ellos dos los recuerda por que ya están muertos Ringo, ¿quieres que te dedique una? Ah no bueno, entonces no, contesta Ringo en este momentazo que ocurrió en mi imaginación durante el concierto.

Lo único nuevo que se vió en este concierto, además del pedazo de Foxy Lady de Jimmy Hendrix al fin de Let me roll it,  fue de su mas reciente disco Kisses  on the bottom el muy bonito tema My Valentine, mientras en las pantallas se proyectaba el video de la canción con la preciosa Natalie Portman y Johnny Depp, quien no es feo. No puedo evitar el comentario de que al estar ellos interpretando en lenguaje de sordomudos la letra de la canción se me hace muy curioso el momento en el que Paul canta “Then she appears” (entonces ella aparece) la seña parece estar diciendo “metete el dedo”, chequen si no. Segundo 53. De nada. http://www.youtube.com/watch?v=f4dzzv81X9w

Los encores o regresos al escenario de siempre, I saw her standig there, Yesterday y The end, esta vez la versión completa sin el reprise del Sargento pimienta. Final de costumbre pero no por eso menos emocionante.

El concierto terminó a las doce y media de la noche, los souvenirs estaban más caros que de costumbre, los taxistas se dejaban pedir una fortuna, un bicitaxista ofreció llevar a tres personas a una distancia no tan larga por la módica suma de trescientos pesos. ¿Cuantooo? Preguntó el señor. Trescientos joven, es que es pura subida. Fui por mi carro, regresé de madrugada a mi casa, ya me había secado de la buena empapada y me encontraba como cada que regreso de un concierto de Paul muy pero muy feliz.

Dos días después el mismo concierto ocurrió en el zócalo de manera gratuita, propios y extraños lo califican como el más memorable ocurrido hasta la fecha allí. De antemano no planeaba ir porque no podía debido a que tenía que trabajar en esos momentos y porque aun si pudiera no me gustan los conciertos gratuitos en el zócalo por motivos que merecen otra discusión. Pero al leer en las redes sociales la emoción con la que los asistentes describían lo sucedido allí, que tocó Helter Skelter, cosa que en el Azteca no, ocurrió lo inevitable: me dio mucha envidia el no haber podido estar allí.

Paul McCartney es un fan de si mismo, ama dar conciertos, le emociona que lo vitoren, es un músico de tiempo completo, el mas talentoso de los Beatles, la mas grande estrella de rock viviente. Arturo López Gavito decía que era un robo cobrar tanto por ver a McCartney ya decadente y que los mexicanos éramos tan tontos que aun así lo pagábamos.

Creo que López Gavito es el demonio aguafiestas al que me refería, que vive en mí y al que hay que escuchar de vez en cuando para no ir a todo lo que tiene uno ganas. Pero por esta ocasión le mando una trompetilla pues yo a Paul lo vi genial, más joven que la vez anterior, la voz no es la misma que cuando tenia treinta años pero ya la quisieran muchos que ahí andan pujando a los cuarenta.

Cada que termina un concierto de McCartney miro fijamente hacia el escenario y quiero detener el tiempo, lo sigo con la mirada hasta el último instante pues algo me dice que será la última vez. Afortunadamente siempre fallo en mi pronóstico. Pero ahora si anuncia que dará nueva gira y va a venir ahora si me abstendré de ir. Siempre es el mismo concierto, dice los mismos chistes, ya está grande…no, no voy a ir.

Ni yo me la creí.

Bailemos, bailemos. Pina 3D

Image

 

Haciendo un ejercicio de honestidad, que resulta mucho más difícil que hacer abdominales, confieso que cuando me enteré que uno de los estrenos en las salas de cine en México hace un par de fines de semana, era un documental acerca de la vida de una bailarina, me lo salté al instante. Mi relación con la danza hasta entonces había sido mas bien distante: Nunca había ido a un espectáculo de danza, ni clásica ni contemporánea como la de este documental. No sé bailar,  lo cual siempre me restó puntos a la hora de conocer muchachas, y la vez que más cerca he estado de la danza es viendo El cisne negro. Lo dicho, la danza y yo no es que no nos lleváramos bien, no nos conocíamos.

Pero cuando volví a ver el anuncio noté que además de ser un documental acerca de una exponente de la danza, es en 3D. Me pareció una mafufada, pues ¿Quién va a querer ver eso? No soy un entusiasta de la tercera dimensión en el cine y más aun si como en Titanic lo único que se ve en 3D son los subtítulos. Pero ya si voy a una película con esa modalidad, pues uno busca ver balazos atravesando la sala, agacharse asustado por  que un avión nos va a volar la cabeza, ver nevar adentro del cine, carambas.  Pero ¿Un documental de una bailarina en 3D?

De tal modo que como me parecía  una cosa muy rara, la curiosidad me llevó a verla. Salí con la boca abierta, el corazón tan entusiasta que amenazaba con salírseme del pecho y con ganas de hacer todo bailando. Afortunadamente para la estética y desafortunadamente para mi propia existencia, no lo he hecho. No aún, no en público.

Pina es un homenaje póstumo a Pina Bausch , bailarina, maestra de danza, coreógrafa alemana, figura mundial de la danza contemporánea fallecida en 2009. El responsable de este filme es otro alemán, quien era amigo personal de la homenajeada, nada menos que  Wim Wenders cineasta prestigiado mundialmente por películas como  El amigo americano, Paris, Texas y a quien muchos conocimos por otro documental memorable: Buenavista Social Club.

Y es un homenaje por que presenta testimonios de cada uno de los bailarines de su compañía, quienes solo tienen palabras hermosas. Uno pensaría que no podría ser de otra manera pues es de muy mal gusto hablar mal de un muerto. Pero algo hizo muy bien Pina cuando la constante es referirse a ella como alguien tan enamorada de lo que hacía, con las palabras adecuadas para cada uno de ellos cuando necesitaban un empujón pues su desempeño no era lo bueno que ellos mismos pretendían. Con pocas palabras conseguía lo mismo llenarles  el espíritu de confianza que picarles el orgullo o provocarles la cantidad exacta de miedo para que salieran a darlo todo.

Los  testimonios se presentan momentáneamente encuadrando al entrevistado, para instantes después ocupar solo su voz en off para dar entrada a un fragmento de una actuación del mismo, cada uno de los cuadros de danza son auténticos poemas visuales que estremecen hasta al más insensible. Estas personas con tal maestría y pasión por la danza poseen un control total sobre cada uno de sus huesos y músculos: son capaces de conseguir que su cuerpo de un instante a otro sea tan ligero como una pluma  o tan pesado como una roca, o por lo menos dan esa impresión. Y los rostros a la hora de bailar son tan expresivos que no necesitan hablar para decir “tengo mucho miedo”, “estoy muy feliz”, “te amo”.

Y retomando el tema del tercera dimensión, se los aseguro, se les van a caer los calzones. Es una 3D total, la película comienza con una vista externa de un teatro para posteriormente llevarnos al interior del mismo y conseguir que desaparezca la pantalla de cine y cambiarla por un escenario con profundidad. Así, la sala de cine se convierte en un foro teatral y comenzamos a ver  a los bailarines como si realmente estuvieran allí. Una sencilla coreografía que dan ganas de repetir al instante mediante la cual se representan las cuatro estaciones del año sirve de preámbulo para la presentación de fragmentos de espectáculos que le dieron fama a Pina Bausch, tales como Café Muller, Le Sacre du Printemps, Vollmond y, Kontakohf. Levanten la mano si nunca han visto ninguno de los anteriores. Ya, ya la podemos bajar. Pero si vieron “Hable con ella “de Almodovar ya sin darse cuenta, vieron una pequeña parte de Café Muller pues ahí se le representa.

Pero no se limita a presentar los ya de por si bellísimos cuadros de danza dentro de un teatro, con escenografías que van desde un piso de tierra, hasta un escenario lleno de sillas que interactúan con los artistas. Sino que además salen a la calle y utilizan a la ciudad de Wuppertal, Alemania como escenografía. Con el ya tan mencionado efecto de 3D (juro que esta es la penúltima vez que lo menciono) se consigue hacer sentir al espectador que está allí, los bailes se efectúan en un bien cuidado y hermoso parque (igualito que los de aquí), en plenas avenidas, en el interior del tren colgante que es sello de esa ciudad, en unas escaleras eléctricas,  en lo alto de un edificio, o en un acantilado.

Ya que música y danza van de la mano, la selección musical es inmejorable, ¿para qué les digo los títulos si tampoco los conocen? Como ya se pudieron dar cuenta,  no soy un experto en danza. Pero en música, tampoco. Mas no importa, lo importante es que corran a los cines, pues ya no durará mucho en cartelera, y no se pierdan la oportunidad de ver esta joya cinematográfica de Win Wenders, en una impresionante 3D, sobre la vida de una mujer que amaba a la danza, que amaba a la vida, y que les va a inyectar el corazón de felicidad, asombro, pasión y ganas de bailar, después de todo lo dice Pina Bausch: “Baila, baila, porque de otra manera, estamos perdidos”…