Amor de unas horas

Existen diversos tipos de relaciones entre un hombre y una mujer. Cuando niño pensaba que un hombre y una mujer juntos necesariamente eran pareja, lo cual significaba a) que eran esposos, b) que eran novios. Con los años fui conociendo otros tipos de pareja, los amantes, los amigos cariñosos, los amigos nadamás, los amigos que no se atreven a andar muy a pesar de uno de ellos, y más, pero un día descubrí las parejas de ocasión. Supe que son conocidos como affaire en donde acaso terminan preguntándose el nombre.

 Yo tenia 18 años, ella era algo mayor. Pero nos caímos bien enseguida, primero el contacto visual, se acercó a preguntarme algo, no recuerdo que, momento, no me preguntó nada, ya lo recuerdo, me pidió que la dejase entrar en la fila delante mio, yo llevaba ya un par de horas allí con tal de tener buen lugar, cuando ella llegó vio que la fila daba muy lejos y se le hizo fácil pedírmelo. No sé si fue su sonrisa, la familiaridad con la que me habló o que simplemente no me pude resistir y accedí. Tan agradecida estaba que me tomó del brazo a la manera que lo hacían las parejas de antaño y no me soltó nunca. Sintió tanta confianza que comenzó a platicarme de si misma, tenia una charla amena. Bueno, una charla, es una charla. Yo no acostumbraba platicar mucho con nadie. Nunca pasó por mi cabeza que fuera peligroso, además estábamos en igualdad de circunstancias pues ella podria estar entablando amistad con un loco peligroso, estafador, maniático sexual, agente secreto del Gobierno, afortunadamente para ella yo no era nada de eso. Realmente yo no era otra cosa si no un muchacho huevón que ni estudiaba ni trabajaba solo me justificaba ayudandole a mi mamá en un pequeño changarro que teniamos y me la pasaba escapando de los regaños de mi padre y exhortaciones pletoricas de amor adulto encriptado en palabras soeces a buscarme un trabajo. Usaba el cabello largo, vestía de mezclilla negra y tenia una extraña fascinación por presenciar las trasmisiones de los programas de televisión y radio. Particularmente me confieso fan por aquel entonces de un animador de ojos azules cuyo encanto radicaba en burlarse de la gente y abusar de muletillas bobas que a muchos nos daban risa. Pocos años después cayó abatido por ametralladora saliendo de una taqueria a la que había ido a desayunar junto a su equipo de trabajo. Jamas se aclaró el asesinato, apenas normal si consideramos que estamos en México en donde cometer un crimen y salir impune es perfectamente posible siempre y cuando se posea el poder necesario. En aquellos años el país fue sacudido por una crisis brutal que disparó el precio del dólar, y engendró un mecanismo para que solidariamente todos los mexicanos de aquel entonces y varias generaciones después ayudáramos a que no colapsaran los bancos y sus bondadosos propietarios. Lo llamaron Fobaproa.

 A pesar de tal crisis a Paco Stanley le fue de maravilla, tal vez cuando la gente se siente mas jodida tiene mas necesidad de ser entretenida y conducía dos programas muy exitosos, uno en radio y otro en TV. El de radio se llamaba Estrellas W, show de aficionados con aspiraciones a cantante famoso en donde tiempo después concursé junto al grupo en el cual tocaba, obviamente no ganamos pero viví la experiencia de sentirme morir de nervios en un estudio desde la vieja W en Ayuntamiento 52 en el mero centro de la ciudad y en TV una revista cómico musical llamada Pacatelas. Si, eran tiempos de crisis. Viendo la televisión actual que se hace en México veo que lejos de salir de la crisis nos hundimos más. Antes por lo menos era divertida. Me encantaba pisar esos estudios llenos de historia “aquí cantó Agustín Lara, Pedro Vargas, Pedro Infante, José Alfredo, Cri-cri y todos los demás” “dicen que todavía espanta Pedro Infante”

Si, ella era algo mayor que yo, entre setenta y ochenta le calculo. Llevaba consigo un enorme tecolote de color azul con ojos bailones elaborado con la técnica del macramé sobre una tabla de cartón rigido. ¿Para que demonios querrá esa cosa tan rara? –pensé-.

-Se lo voy a regalar a Paco –pareció haberme leído la duda en mis ojos- Lo quiero mucho, siempre vengo a verlo aquí y a Televisa.

Insisto en que no se si le inspiré mucha confianza, se sentía muy sola, o simplemente me usó para evadir la fila, pero al poco rato ya me tenia sujetado del brazo como si fuéramos pareja o por lo menos como si fuera yo su familiar.

Cuando le pregunté por su familia me contó que sus hijos ya ni la visitaban, mucho menos los nietos. “nadamas el día de la madre y en navidad, así son los hijos, cabrones”. Afortunadamente ella no me hizo pregunta alguna acerca de mi estilo de vida, pues a pesar de ser un huevonazo no me enorgullecía serlo y mentir nunca me salió bien. Hubiera terminado inventándole una historia ridícula por inverosímil.

Entramos a la transmisión del programa, “el traca” era un hombre viejo y de quien Paco se burlaba y todos secundábamos que trabajaba en la W con un padecimiento que le impedía hablar bien y hacia las veces de jala-aplausos. Cuando la transmisión comenzaba, iba y regresaba de corte el nos indicaba con las manos y gritando “mas fuerte!” que rompiéramos el silencio con estruendosos y espontáneos aplausos para que la transmisión saliera de lujo. Uno a uno fueron pasando los concursantes, entre las actuaciones y los cortes a comercial Paco se orillaba a fumar o atendía a quien no se resistía las ganas de acercarse a saludarlo o darle algún regalo. Era muy malhablado y se llevaba a mentadas de madre con su staff. La gente jodida suele sentir una admiración que raya en el fanatismo por los personajes de la televisión.

Nunca le pregunté su nombre así que me referiré a esa mujer  como “Ella”. Bien, pues ella se levantó en un corte, fue el único momento en que me soltó el brazo y cargó con su ridículo tecolote de hilo azul con ojos bailones que era casi del tamaño de ella misma, le ofrecí ayudarla pero me lo impidió. Tenia que entregarlo personalmente, cuando llegó con Paco, el se le quedó viendo a la artesanía , fingió gusto y le dijo: “miraaa, que bonito, usted lo hizo con sus manitas?” Asintió con la cabeza, Paco la abrazó, un asistente recogió el regalo y ella reflejaba un gusto indescriptible en el rostro. Le dijo mas cosas que no alcancé a oir y finalmente regresó a su lugar junto a mi. Como era de esperarse volvió a engancharse de mi brazo.

 Al terminar el programa, y ya en la calle me despedí de ella no sin antes preguntarle si quería que la acompañara al metro. Llevaba yo menos de dos horas de conocerla y ya sentía que si no la acompañaba algo le podía pasar y yo no soportaría la culpa, pero no se que me hizo pensar eso si llevaba años de ir sola.

 -¿Ya te vas? Nombre, vamos a Televisa, ahorita Paco se fue para allá ¿no quieres ver el programa de tele en vivo? Se pone mas chingón.

-Nunca he ido a la tele –pensé- no manches, ahí está la edecán esa que me gusta, está bonita y se le miran unas piernotas en la tele.

-Pero no se como llegar a Televisa –le dije-

 -Pero yo si, te digo que siempre voy, órale, vamonos en taxi pa llegar mas pronto.

-Pero no traigo pa´l taxi

-Ah que la canción, yo si traigo, deja de poner tantos pretextos canijo muchacho.

No conocía bien el centro por aquel entonces, Televisa Chapultepec queda a unas cuadras de la W, tal vez hubiéramos llegado mas rápido caminando, sobre todo a esa hora que el transito estaba intenso. Llegamos por fin a nuestro destino y había una fila larguísima.

-Uchala, no vamos a entrar jefa.

-Tú no te apures, ya me conocen los de la puerta y yo entro sin formarme.

En la fila reconocí a varias personas que solía ver en la fila de la W, ¿Qué no tendrán quehacer? –Pensé- Ese cuate con el portafolio y de corbata seguramente le dice a su esposa que se sale a trabajar o a buscar trabajo y míralo, siempre está aquí el muy huevón. Un momento, pero si ya lo conozco por que vengo también muy seguido, significa que yo igual soy un paria.

Al abrir la puerta y comenzar a meter al público en grupos de diez mas o menos, ella se apersonó en la puerta e insistió vehementemente que la dejaran entrar argumentando ser amiga de Paco. No le creyeron así que ya resignados era hora de despedirnos, sin soltarme del brazo me dijo: “hijos de la chingada, si siempre me dejan entrar yo no se por que hoy se pusieron sus moños, pero no te preocupes, mañana te espero aquí, en esta salida del metro”.

-¿Mañana?

-Claro, ¿a poco no quieres entrar?

-Bueno…si.

-Tu me caes bien, te ves un buen muchacho, acostumbro andar sola pero es mejor acompañada, pero mi familia ya no me acompaña, ni les importo. Hoy me la pasé muy bien, ¿tu no?

-Pues…si.

-Trato hecho, mañana nos vamos a ver aquí a la una. Y vamos a entrar, como chingados no. Hasta mañana, -nos dijimos- no nos preguntamos el nombre como sucede en esos encuentros llamados affaire.

Me regresé a casa pensando en lo sola que se debía sentir esa mujer para engancharse tan rápido con un desconocido y que potencialmente era un delincuente. Es decir, yo no era un delincuente, pero ¿Cómo podía estar segura de ello? Me ha de ver como si fuera yo su nieto –seguí pensando- y yo no tuve abuela (literalmente) mis papás tenían en común que la mamá de ambos murió siendo ellos muy niños. A mi mamá la crió su abuela a quien vagamente recuerdo con su rebozo, cuando llegaba a visitarnos y nos llevaba un manojo de plátanos o un cucurucho de periódico lleno de cacahuates. Y mi papá fue criado por su madrastra, a quien respetó como mamá y le decía “jefa” y si, nosotros le decíamos “abuelita” aunque nunca fuimos cercanos, tenia nietos sanguíneos a quienes estoy seguro que realmente quería pues a ellos los paseaba y les traía regalos cuando salía de excursión. “Muchacho pendejo, ira nomás, ya tiraste el taco”yo tenia como cinco años, me reprendió en voz baja para que no oyeran los demás un día de campo se me cayó el taco de arroz que me acababa de dar.

 Al otro dia justo al a una de la tarde vi el reloj…colgado de la pared de mi casa. Me imaginé lo que estaba sucediendo en ese momento en la salida del metro. Una anciana volteaba en todas direcciones y veía su reloj pensando si acaso se me había olvidado la cita. Quizás con suerte tenia alzhaimer y ni se acordó, o tal vez estaba tan acostumbrada al abandono que en cuanto se dio cuenta que no llegaría se dirigió a formarse para entrar al programa de televisión en donde la pasaría genial. Otros dicen que la han visto recientemente, que no se ha movido de alli, que nadie le ha avisado que ya murió hace años, pero ella no puede morirse, pues acordó una cita, a la una, en esa salida del metro.

Algunas veces me han dejado plantado chicas con las que habia acordado una cita y a las que tenia muchas ganas de ver. Cuando eso sucede me lleno de rabia y me pregunto “¿por que es así la gente de incumplida? ¿Qué demonios he hecho yo para que me pasen estas cosas?”…