Viajar al caribe no es algo que se acostumbre en mi casa, tampoco viajar en avión, tampoco viajar a lado alguno. En mi casa más bien se acostumbra no acostumbrar. No se piense por favor que estoy queriendo causar la lastima de nadie con el lamentable “es que siempre hemos sido pobres y apenas alcanza para comer”. Pertenezco a la mayoría y cada vez mas grande estrato social en México que somos los que no somos tan miserables como para que nos mantenga el gobierno con programas de combate a la pobreza extrema pero tampoco alcanzó para lujos. Pertenecemos a la clase trabajadora pues. Y además que no heredamos puesto en sindicato gordote como los de PEMEX, el IMSS, la luz, de tal modo que los ingresos nunca han sido bastos; además debo decir que siempre hemos sido bastante desorganizados para los dineros, vive uno al día y de vez en cuando se da uno un gusto o despilfarra en asuntos superfluos y por lo tanto no es uno muy ahorrador. Aunado a mi falta de espíritu aventurero da como resultado que conozco muy pocos lugares de la República y los viajes al extranjero son aún hoy en día tan lejanos como los destinos a los cual me gustaría conocer.
Es por eso que cuando me notificaron que había ganado un viaje a la Riviera Maya lo primero que pensé fue que se trataba de una broma, la positiva de mi madre reforzó mi pensamiento cuando dijo “no seas tonto, es una estafa, ¿Qué no ves la tele? Te van a pedir que deposites dinero y luego no los vuelves a ver, ay mi´jo, y eso que según tú lees el periódico y ves y escuchas noticieros. Y además yo no creo en esos sorteos”.
-Pero no fue un sorteo, fue un concurso, lo gané por una habilidad, por escribir.
-¿Por escribir? Pero si eso lo enseñan desde la primaria, todo mundo sabe. ¿Por qué te lo dieron a ti? Yo digo que te están queriendo sacar dinero.
Meses y jaloneos después; -pues al ser un premio y tratarse de un viaje de cortesía la agencia de viajes se mostraba descortés y me ponía un pero tras otro-, estaba a las afueras del aeropuerto en pleno lunes en la madrugada. Con una maleta prestada y con la cantidad suficiente de ropa como si me fuera a ir a vivir a un lugar en el que aparte de lejano iba a hacer frio. Artículos de aseo personal, todos los posibles y en tamaño grande. Y una cantidad suficiente de analgésicos, antiácidos, antiespasmódicos, antidiarreicos, curitas, en un ataque de sobriedad y ligereza decidí no incluir las vendas, ni el alcohol si no aquello podria haber sido retenido en el aeropuerto como trafico de fármacos o confundido con ayuda humanitaria a Haití. Una revista y un libro que nunca saqué, un par de gafas de sol “clones a las originales joven” como me dijo el tipo del puesto en la calle, un sombrero color verde que me regaló mi padrino y pensé que jamás iba a utilizar, mi vieja cámara de rollo de la cual lo que mas me gusta es la intriga pues uno se da cuenta como quedaron las fotos hasta que se las entregan en el revelado. Y una cámara de video, adivinaron; prestada por mi hermano el que nunca presta nada, lo cual supuso una discusión en casa con argumentos bondadosos y carentes de reproche tales como “que se acuerde cuando yo lo llevé al seguro en mi vocho ahora que se rompió su pata”. La tarde anterior me la pasé pesando mi cargamento en una bascula de esas de puesto de verduras que nos heredó mi difunta abuela, pues temía el sobrepeso lo cual me supondría un gasto extra, lo cual no estaba previsto pues cabe mencionar que esa vez viaje justo de dinero, igual que todas las veces.
Estaba afuera del aeropuerto y no dentro por que me quería fumar un cigarro, me acepto adicto y lo peor es que no lo quiero dejar pero aunado a eso tenia cierto nerviosismo, poco en realidad, bueno a decir verdad dos noches antes del vuelo casi no dormí. Era la primera vez que volaría y pensando en que estadísticamente dada la falta de boeings desplomados desde hace tiempo era muy probable que el avión se viniera abajo sobre los maizales de la hermosa Puebla, el lago de Texcoco o ya si se veia muy gacho Diosito en pleno cráter del Popocatepetl o a medio Golfo de México. Una amiga me preguntó:
-A ver, no mames, ¿Por qué precisamente se tiene que caer el avión en el que viajas tú? No es eso demasiado egocentrista?
-Bueno…si. No tengo problema en aceptar que soy egocentrista. Lo que no quiero ser es un egocentrista muerto.
Y me lo tuve que fumar afuera por que los fumadores somos cada vez el grupo social mas discriminado y mal visto por todos lados. Y no hay zona para fumadores en el aeropuerto ni en ningún lado. Ahora resulta que todos quieren morir bien sanotes y creen que sus tacos de carnitas de la calle o sus cubotas no les van a hacer nada. Así pues me fumaba mi cigarro y sorbía un aromático café del seven-eleven mientras veía el ir y venir de maleteros que odian con toda su alma al tarado que decidió ponerle rueditas a las maletas.
Por fin entré, busqué mi número de entrada, terminal y mostrador de mi aerolínea y comencé a buscar con la mirada por todos lados buscando a mi compañero de viaje. Miré mi reloj y después a mi alrededor y no lo veía por ningún lado “me late que ya se rajó” –pensé-. Había sufrido una perdida familiar el día anterior lo cual justificaría plenamente su decisión de no ir, pero apoyado por su familia decidió tomar el viaje. Casualmente la noche anterior yo también sufrí una perdida, es decir, me enteré que alguien a quien ya había perdido desde hace mucho o que en realidad nunca tuve se había casado. Era similar a la muerte de un pariente enfermo en lo de que no por esperado deja de doler. Sentí además algo de culpa por mi sentimiento egoísta pero, ¿que enamorado no lo es?
Decidí llamarlo por teléfono. Así lo hice.
-¿Bueno?
-¿Bueno? Gerardo, ¿si vas a venir? Lo que pasa es que habíamos quedado como máximo a las seis y cuarto y ya son seis y media
-Pero si yo llegué al aeropuerto desde las cinco, ¡el taxi se vino de volada!
-¿Entonces ya llegaste? ¿Y en donde estás que no te veo?
-¡Yo a ti si!, ¡Te estoy viendo!, voltea para tu derecha.
Como a quince metros de donde yo estaba se localizaba levantando su mano Gerardo Chávez. Quizás ese pequeño incidente marcaría el curso del viaje. Ataviado de casaca militar, pantalón de mezclilla, tenis converse cansadones y anteojos redondos a los que les faltaba una patita. Su equipaje constaba de una maleta roja de la tercera parte de tamaño y peso que la que yo llevaba.
¿Ese es tu equipaje?
-Si, siempre he preferido las maletas rojas, ya verás después por que. Bueno, de una vez te cuento; en la banda transportadora todas son negras y cuesta mucho identificar la de uno, por eso pues mejor roja.
Yo no me refería al color si no al tamaño, pero fue entonces que me expliqué el color de la que yo llevaba, casualmente era roja, bueno; ni tan casualmente, pues el me la había prestado una semana antes. Me atemorizó un grupo de compañeros pasajeros con iguales fobias del equipaje perdido y por lo tanto una banda transportadora llena de maletas rojas pero afortunadamente aun queda gente normal.
El internet además de sus múltiples funciones ha servido para sociabilizar, uno llega a hacer amistad entrañable con gente que “conoció” primero en internet, no faltan incluso enfermos que llegan a enamorarse. Muchos piensan que la gente que sociabiliza en Internet es gente sin vida propia, nerds, gente llena de miedos que no se atreve a conocer a otras personas en reuniones, bares, o cualquier otro ámbito que suponga la convivencia humana.
Curiosamente el argumento de que los que hacen amistades por internet son gente rara y sub-normal lo apoyan con mas fuerza los que solían hacerlo de manera activa hasta el momento en que dejó de gustarles o encontraron por fin una pareja.
-¿Quién es el muchacho que te va a acompañar? ¿De donde lo conociste?
-En internet, también escucha la taquilla, el programa de René Franco, por eso nos conocimos.
Mi madre puso cara de “¿se supone que eso me tranquilice?”. Si, es embarazoso el hecho de que a mis treintaytantos mi madre necesite información acerca de las personas con las que salgo. Y peor aun que ustedes se enteren pero ya ven, me gusta dar detalles. Y para la madre no importa los años que uno tenga, siempre será uno un parvulito.
-Bueno pero ¿Lo conoces bien? ¿Es tu amigo?
-No podria decir eso, lo he visto un par de veces y te digo que casi no nos conocemos. Pero no te preocupes, se ve buena persona. Además estamos en las mismas condiciones, pues en su casa también piensan lo mismo, que como se le ocurre ir con un tipo que apenas conoce, y que supo de él por primera vez a través de internet por que a ambos les gusta un programa de radio acerca de farándula. Potencialmente para ellos yo también soy un psicópata.
Gerardo sabe que el no fue la primer opción para acompañarme en este viaje, se que no le molesta saberlo y por eso lo platico. Originalmente pensé en la chica con la que estaba yo saliendo, pero argumentó que no podía dejar su trabajo tanto tiempo y lo respeté. Aunque no pude evitar hacerle un planteamiento: Dime una cosa, si Brad Pitt te lo pidiera, ¿también te importaría no dejar tu trabajo cuatro días? Por respuesta sonrió y le dije “pues no va a venir a pedírtelo, te lo aseguro, andale vamos”. Yo no ruego mas de cuatro veces así que a la quinta comencé a buscar quien mas podria acompañarme, mi mejor amigo tampoco pudo-quiso por el trabajo y de ahí en fuera solo me quedaban dos o tres amigos solteros que tampoco podían, obvio ahora que ven las fotos y les platico me dicen “pinche ojete, me hubieras llevado”.
También se lo propuse a una o dos amigas solteras quienes no dejaban de mostrar ciertas reservas dado su temor a que este viaje tuviera fines lúbricos, me preguntaban puntualmente si la habitación tendría dos camas, les aclaraba yo que si, pero luego pensaban que ni modo que no pudiera yo brincarme a la otra y en fin…mi fama de enfermo sexual hizo que casi me fuera yo solo. A los treintytantos la mayoría de tus amistades son casados y ni modo que dejen a su familia por irse de viaje de placer. Tal vez se pregunten por que no pensé en algún familiar. Por respuesta diré que no tengo cercanía con ninguno fuera de padres y hermanos, mis papás no quisieron desde un principio por que dijeron “como crees, ese viaje es tuyo y para que te vayas con una muchacha”, como esperando que les rogara o les regalara el viaje a ellos dos pero contrario a eso apoyé totalmente la moción y de mis hermanos los quiero mucho pero francamente lo que quería era descansar de ellos, y sobre todo, dejarlos descansar de mi. Dejen de verme así, además cada uno tenia motivos por los que no podia asistir.
Reitero que se que a Gerardo no le molesta saber que no fue la primera opción en quien pensé para acompañarme pues es lo mas normal que primero pienses en las personas antes mencionadas que en alguien a quien prácticamente no conoces. Y sobre todo se que no le molesta saberlo por que aun y cuando este viaje es una de las experiencias mas grandiosas que he tenido, pues Playa del Carmen, Chichén Itzá y Xcaret son auténticos paraísos, y aunque me encantó el viaje y estoy que no me lo acabo y ya quiero regresar, se que quien mas lo disfrutó, fue él. Ya se darán cuenta por que y lo cual me satisface mucho que así haya sido
DIA UNO. PLAYA DEL CARMEN
Para mi fue todo nuevo en el aeropueto, lo de sacarme el cinturón, los celulares, mi pequeña mochila que llevaría a bordo del avión y todo lo de adentro de mis bolsas del pantalón, -lo cual incluía la estampita de San Miguel Arcángel que mi madre insistió trajera conmigo- para luego poner todo adentro de la charola para ser visto por el escáner de rayos X. Una vez que vieron que no llevaba latitas de jumex ni foquitos para improvisar bombas falsas me dejaron ir y me persignaron con mi estampita otra vez y ya nos fuimos a la sala de abordar.
El Gerry se acercaba constantemente a la pantalla que indicaba los vuelos y venia a mi lugar a decirme que no aparecía el de Cancún, yo le pedía tranquilizarse asegurándole que el boleto que teníamos en la mano decía Cancún, 8:30 AM; una vez en playa del Carmen me confesó “es que soy muy desesperado”.
Nombre, si ni se nota –le contesté-. Una vez anunciado en el altavoz en español y en inglés con acento muy mexicano nos formamos para abordar el avión. Arriba me advirtió
-Yo siempre escojo ventanilla
-No seas infantil mi Gerry, además es la primera vez que vuelo y este viaje lo gané yo, lo siento, la ventanilla es para mi.
El avión cerró sus puertas y comenzó a moverse lentamente al tiempo que las azafatas hacían su tabla gimnástica de “el avión cuenta con seis salidas, dos al frente, dos en las alas y dos en la parte posterior” Yo me persigné discretamente no por que me avergüence de mi religión si no por que siempre si da un poco de pena que se den cuenta que es uno un cobarde que le tiene miedo a lo desconocido. Gerry lo percibió y me secundó persignándose y el resto del avión se dio cuenta entonces. Para tranquilizarme sobrevino la simulación de cómo ponerse una mascarilla en caso de despresurización y ya para terminar de sentir mucha paz, le di una revisada a la carta en la bolsa del asiento de enfrente en la que se advertía que hacer en caso de aterrizaje forzoso y como colocarse el chaleco salvavidas en caso de acuatizaje. Solo faltaba la advertencia de morder bien la identificación para el reconocimiento de cadáveres.
Por fin el avión tomó pista, debo decir que Magnicharters no tiene aviones así que digas nuevos nuevos, se nota en el desgaste de la pintura y en los interiores, pero hasta eso que llegamos con bien a Cancún, pero regresando a la pista comenzó a tomar velocidad y a zangolotearse como microbús de la ruta Indios Verdes-Cuautepec Barrio alto, hice caso omiso de la advertencia de apagar todo aparato electrónico y grabé el despegue con mi celular, despegue que por cierto parecía no ocurriría nunca pues corría y corría y ya cuando pensaba que íbamos a agarrar la autopista la aeronave comenzó a elevarse y en cosa de dos patadas ya iba yo viendo tendederos con ropas lamentables, antenas satelitales, el lago, los volcanes y hermosos paisajes con capas de nubes a distintos niveles, al poco rato el mar. Lo dicho, ni se siente nada, bueno solo cuando vira que se ladea como en curva de la México-Tuxpan, y cuando entra en “bolsas de aire” según me contó el Gerry. Yo sentía como si pasáramos los topes o baches múltiples de mi amado Ecatepec.
Como compañeros de vuelo me tocaron puras personas a las que su papá no les decia de niños “pasa al baño por que allá no va a haber ¿eh?” porque ah como siente fascinación el naco por mear en las alturas, no dejaban libre el baño, digo, yo fui por que lo mio si era una verdadera necesidad, aunque no por eso dejé de aprovechar el juguito que me regalaron y mi minisandwich con el que no me alcancé a tapar una muela. Al entrar al baño no dejé de preguntarme como es que les sigue pareciendo una fantasía a muchos el copular dentro de ese cubiculo tan reducido.
Ya estaba yo acostumbrándome a las alturas y me sentía yo todo un Barón Rojo contra el mula Snoopy cuando el avión comenzó a perder altura, ay no –pensé- pero si apenas hemos de ir por Tehuacan, y de repente observé una selva espesa, ya me imaginaba protagonizando nuestra versión región totonaca de “Lost” cuando el capitán anunció que nos fajáramos el cincho y en poco rato, suelo, leve chicotazo y ni dos horas después de despegar estábamos en Cancún, lo cual sentí luego luego al salir del avión pues sentí un bochorno como si estuviera pasando enfrente de una tortillería. Debido al frio por la mañana aquí en el D.F. iba de suéter y chamarra de cuero lo cual además de ridículo me hacia sentirme muy caluroso. Llamé a mi casa para cumplir mi promesa de hacerlo al aterrizar, mi madre rezó tres magnificas de agradecimiento, el Gerry insistía en buscar donde rentar un carro para movernos los tres días, amablemente le dije que se sacara mucho y nos encontramos con el tipo de la agencia de viajes quien nos llevó a nuestro hotel en Playa del Carmen, como a 40 minutos del aeropuerto.
A partir de aquí y en todos lugares donde nos esperaban se dirigían primero a el, “¿Chavez, Gerardo? Nos preguntaban, creí innecesario explicarles que en todo caso el titular era yo,
-aunque ah como me daban ganas- además en todos lados lo confundían con gringo ¿habla español señor? lo cual me convirtió automáticamente en su mozo, lo cual se lo creyó y tomó muy apecho pues a menudo me pedía que le ayudara con su chamarra, sus toallas, su maleta, yo amablemente, lo mandaba al demonio.
Al llegar a la recepción entregué el cupón correspondiente, como era de esperarse la linda recepcionista me preguntó
-¿Chávez Gerardo?
-Eh…no y si, verá el es Chávez Gerardo pero yo …
No me dejó terminar y comenzó a explicarle al Gerry las reglas, nos entregaron unas toallas, nos hablaron del club de playa, entonces apareció un nativo, es decir un guía de turistas del lugar haciendo lo que todo mundo hace allí, venderte algo y hablarte mal de la competencia.
No terminaba de mencionar el vocablo maya Chichón-Itzá cuando el Gerry interrumpió emocionado.
-¡Si! ¡Si! ¡Vamos a ir mañana! Cóbrese dos lugares.
El hombre gustoso hizo la nota yo me preguntaba a que horas decidimos eso de ir mañana a Chichen Itzá.
Emocionado el Gerry exclamaba una y otra vez de manera efusiva y aderezado con ademanes “es que venir aquí y no ir a Chichen Itzá, es como no venir”. Cuando lo repitió por tercera vez me dieron ganas de señalarle que era suficiente. El guía nos intentó vender más paquetes a Tulum, Xel-ha, Cobá, Xcaret, y demás lugares difíciles de pronunciar pero me adelanté a decirle que teníamos que discutirlo primero antes de que el Gerry le comprara todo el itinerario.
-¿Tienen planeado alguna otra actividad?
-¿En donde está el table? –Preguntó el Gerry emocionado- Me dio un poco de vergüenza de que fuera a pensar el guía y la recepcionista que seguramente escuchó pues estaba a pocos metros, que éramos un par de nerds que pagaban por sexo y que veían una visita al table por allá con la ansiedad de quien nunca coge así que no me quedó mas que preguntar.
-Si, ¿en donde está el table?
-El hombre nos mostró un mapa de la ciudad, atentos observábamos sin perder detalles, como si nos estuviera dando la localización de un tesoro enterrado. Aquí está el malibú, mas para acá está blue marlin y finalmente por acá el Chilly Willy.
-¿El Chilly Willy? –Preguntamos a coro-
-Si es el mejor de por aquí…entonces se nos acercó y nos dijo en secreto.
-No tiene mexicanas.
Al instante pensé que se refería al hecho de que eso era una enorme ventaja pues no eran mexicanas, es decir unas mujeres volátiles que iban por la vida diciendo que no planeaban casarse pues eran liberales, autosuficientes y habían hecho una carrera universitaria pues no querían repetir el patrón visto en casa en el que mamá era una mujer sojuzgada “yo me quemé las pestañas para no quemarme los dedos en un comal” y no necesitaban a un hombre y al paso del tiempo doblaban las manitas con un alguien que por supuesto no se trataría de mí y terminaban casadas, o quizás se refería al hecho de que las mexicanas se quejan de que no eres detallista y no te acuerdas de las fechas y no demuestras tus sentimientos, pero si acaso demuestras tus sentimientos, te acuerdas de las fechas y eres muy detallista, entonces se aterran de que alguien las ame y salen corriendo argumentando “es que no eres tu, soy yo”.
Pero no, este tipo se refería simplemente a atributos físicos, “Hay puras checoslovacas, polacas, rusas, rumanas” Una vez caída la cortina de hierro la Europa del este ha provisto al mundo de pornostars y teiboleras lo cual se agradece bastante. Pero nos advirtió “nomás que ahí es caro, por eso les di varias opciones dependiendo del presupuesto”.
-Queremos uno no tan caro –señalé- que se sobreentendía que quería decir “el mas barato pues estamos jodidos”. Así que nos habló del Malibú Ahí encuentran variadito, hay de todo, mexicanas y extranjeras y sin gastar mucho se la pasan bien.
-No pues vamos a donde hay mexicanas, hay que consumir lo que el país produce. Dijo el Gerry y al terminar se carcajeó autofestejando su sobado chiste. Se escuchó el sonido de un grillo en los arbustos. Rato después el Gerry repetiría varias veces ese chiste y el de “vimos unos senotes sagrados y nalgas marinas” Soporté estoico.
También si quieren –añadió el guía- puedo conseguirles unas chicas para que los acompañen, están permitidas las visitas en este hotel, es un servicio de escorts que por ochocientos pesos los pueden acompañar durante una hora y pues…ahí con ellas…puede pasar todo. Entonces repitió con énfasis la última palabra y separándola en silabas “TO-DO”. Un calor me invadió el cuerpo. Podía pasar “TO-DO” Lo bueno que traje condones –pensé- mientras mi mente era una sumadora electrónica que estaba ajustando gastos en todo lo demás con tal de que alcanzara de manera holgada para que pasara “TO-DO”, ah por que yo con una hora no iba a tener y luego iban a ser tres días.
-Bueno de eso te avisamos al rato, ahorita nos vamos a instalar y ya te buscamos para eso.
Pedí la llave del cuarto antes de que el Gerry se me adelantara, como era de esperarse, me topé con pared.
-Las habitaciones se entregan hasta las tres de la tarde, son las doce del día, pueden cambiarse en el baño y dejar su equipaje aquí, ya desde ahorita pueden ocupar nuestro club de playa si así lo desean. Está a unas cuadras de aquí, pueden usar los camastros, las sombrillas, las toallas, la alberca, el sol, el borracho, el valiente, el soldado, lotería..
Así lo hicimos, cuando enfilamos hacia el mar y nos íbamos acercando se me fueron llenando los ojos de lagrimas, es que me entró una basurita en el ojo, Ya en la playa maravillado por el paisaje no daba crédito a lo hermoso del mar turquesa, a la arena tan blanca, a las múltiples bañistas de todos tamaños y nacionalidades, a los pinches europeos que humillaban con esos abdómenes de lavadero, bronceado perfecto, ojos verdes. Bueno el Gerry tiene ojos azules aunque músculos en reposo (panzota), calvicie prematura y un color de piel que envidan en las morgues.
De camino a la playa había notado que todo mundo caminaba en traje de baño aun y cuando el mar estaba algo retirado. Mi pudor y timidez no me dejaban quitarme la playera y así descubrir mi tórax de mexicano que cena como pelón de hospicio y considera el ejercicio como un martirio y por lo tanto lo omite. Además esa ridícula forma de pensar que le hace a uno suponer que todo mundo lo está viendo y se van a comenzar a reír en cualquier momento me tenían así hasta que algo me hizo sombra. Se trataba de un alemán con una timba impresionante la cual lucio orgulloso con todo y bikini a media nalga. “Se vale todo” –pensé- entonces por fin me despojé de la playera y sentí una libertad impresionante. Cuando sentí sed me acerqué al bar del club, como no bebo alcohol luego de checar los precios exorbitantes de los jugos preferí caminar hacia el oxxo como a cincuenta metros de la playa, para entonces lejos de sentir pudor andaba para todos lados en cueros. Me voy a venir a vivir para acá –pensé-.
De principio nos cuidábamos bastante del sol, conseguimos camastros con sombra, me apliqué el bloqueador y el Gerry se aplicó una capa gruesa del suyo en todo el cuerpo como si lo hubieran sumergido en un enorme tarro de crema y cantidad suficiente en el rostro que lo asemejaba con señora de mascarilla nocturna. Rato después decidimos que queríamos tostarnos un poco y preferimos el bronceador y el sol directo, cinco minutos después el Gerry agarró un tono rojo camarón que me atemorizó.
El mar era mas bien tranquilo, sin olas que temer por lo tanto había mucha gente nadando en el, parachutes, motos acuáticas, bananas y un chilango lleno de miedo que caminaba por la orilla solo para mojarse las patas, aun así cada que el agua lo alcanzaba sentía desestabilizarse y buscó con la mirada a la silla del salvavidas por si las de hule. Me he de ver bien cobarde pero que esperaban si las únicas veces que me meto al agua es cuando se inunda la avenida. –Pensó- es decir, pensé pero aun así sentía un gusto indescriptible por todo lo que estaba sucediendo. Después descubrí una alberca con camas de masaje a las orillas y le pregunté a un tipo que si podíamos usarla o pertenecía a otro hotel. Me pidió le mostrara la pulsera y me dijo que la podía usar pero que antes se duchara uno para tirarse el bronceador y la arena de las patas. Le avisé al Gerry del hallazgo, le valió madres lo de enjuagarse y se metió con todo y arena y capa gruesa de bloqueador.
-No mames, te acabo de decir de las regaderas.
-Ah deveras. –Dijo ya dentro de la alberca-
Debo confesar que el Gerry tiene una habilidad envidiable para nadar y echarse clavados. Cuando digo envidiable no lo digo en sentido figurado. No se que me hizo suponer que nadar es muy fácil así que le pedí un favor.
-Enséñame a nadar.
Por respuesta me dijo “sale, mira te paras aquí, te avientas así” (sonido de splash) y luego mientras nadaba me dijo “y le haces así”.
-No chingues, te estoy pidiendo unas clases no que me enseñes como lo haces tú, es como si me pidieras que te enseñara a tocar el piano y solo me aplastara yo a tocar algo de Chopin y esperara que luego lo hicieras tu igual.
No se tocar nada de Chopin pero lo dije con voz firme y tal convencimiento que por un momento sospeché que si.
-Pues es que no se como enseñar
-Olvídalo
Pensé que nos veríamos demasiado gays (ya de por si todo mundo lo sospechó todo el tiempo de nosotros) si el me sujetara en la alberca y me estuviera ahí haciendo perder el miedo, por lo tanto me metí. El agua estaba bien fría, el pizarrín se me hizo del tamaño de una nuez pero me aclimaté pronto, y poco a poco fui perdiendo el miedo y conseguí por lo menos andar dentro de la alberca. Rato después se metieron varios tipos y muchachas que nadaban con destreza. Volví a odiar no saber nadar y me salí lamentando la manera en que se pega el traje de baño y evidencia los excesos en un lado y las carencias en otros.
Saqué la videocámara y grabamos algunas escenas, cuando se la pasé al Gerry no dejó de buscar las topless como todo adolescente. Como todo adolescente de cuarenta.
Atardeció, el sol se ocultó y finalmente nos fuimos a instalar en la habitación para después salir a comer algo. En la recepción nos pidieron firmar unos papeles mediante el cual nos cambiaban a un hotel de mejor categoría, supuse que se trataba de un gancho para ensartarnos con algún cargo extra. Me aseguraron que se trataba de una cortesía en pos de promocionar el nuevo hotel. El Gerry sugirió ir a verlo primero, así lo hicimos, y efectivamente era un mejor hotel, más amplio con más atracciones. Si, nos cambiaríamos. Peor a final de cuentas nunca lo hicimos pues salíamos muy temprano y regresábamos ya tarde y solo ocupábamos la habitación para dormir. No se para que demonios me empeñe en un buen hotel cuando me ofrecieron uno pequeño cuando me gané el viaje. Un hombre en el lobby del hotel grande nos ofreció un viaje a Xcaret pero nos recomendó pagarlo en dolares pues saldría mas barato, calles después otro hombre nos ofreció un viaje tambien a Xcaret, metros adelante otro hombre nos ofreció un viaje; adivinaron, a Xcaret. Entonces sonó mi celular, era mi madre. Pensé que me iba a preguntar si no pensabamos ir a Xcaret, pero no, solo queria hacer lo suyo, saludar, manipular y chantajear un poco. Saludé a mi sobrina quien me preguntó que le iba yo a comprar, las despaché pronto y llegamos a la habitación.
Salimos a comer, eran las siete de la noche. Un par de vueltas por toda la avenida principal y con una indecisión desesperante pues el me decía todo el tiempo “donde tu digas eh? Yo por mi…lo que tu digas” Y a mi se me antojaba todo pero por nada me decidía, terminamos en un pequeño local de mariscos comiendo pescado y tacos de camarón. Adictos al internet como somos vimos un cibercafé atendido por un francés y nos detuvimos el a su facebook y yo al twitter, en donde me di cuenta por vez primera que no era domingo como yo lo sentí todo el tiempo, pues los periodistas hablaban de la tragedia de Haití, la reforma política y asuntos de un día hábil en el resto del país, es decir unas calles adelante, donde terminaba la zona turística.
Rato después de regreso en el hotel discutíamos acerca de donde divertirnos. Me habían dado el teléfono del hermano de mi director musical, quien toca en el Señor Frogs, era ir allí, o ir al Coco Bongo en donde el puro cover cuesta 950 pesos, o ir al table. Está bien, vamos al table. Al poco tiempo estábamos a bordo de un taxi y le indique al chofer lleno de seguridad
Llévenos al Malibú
-Pero ese ya cerró, ese abre de 1 a 9
Me lleva –pensé- que pinches horarios son esos, ¿que acaso la clientela son niños o como?
Entonces le pedí nos llevara a uno que el conociera de similar rango
-Vamos al “huevas” –Dijo el taxista-
El dichoso “huevas” estaba lejos de la zona turística, en plena ciudad-pueblo, la cual estaba bastante lejana del ánimo festivo de la playa y los turistas como nosotros. Por fin llegamos al lugar que nomás de ver la fachada me dio desconfianza, una vez dentro la calidad de instalaciones y mobiliario me hicieron sentir en una lonchata, piquera, bule, congal de lo mas barato de esos que existen por mi barrio y se llenan de macuarros los fines de semana y los que debo aceptar alguna vez asistí. Bueno está bien, muchas veces. Me gustaría platicarles que tan guapas estaban las chicas que ahí trabajaban, pero solo estaba el tubo y la pasarela, no había chicas arriba, ni abajo, ni por ningún lado. No había tampoco ningún otro cliente.
Nadie atinaba que hacer o decir, por fin el Gerry rompió la tensión.
-Muéstrenos la carta
-No tenemos carta dijo el muchacho, solo cerveza y botellas.
-¿Dónde están las muchachas? –pregunté ya encabronado, debo aceptar-
-No han llegado, al rato a ver si llegan.
Nos salimos, caminamos hacia una avenida, me compré una hamburguesa y el Gerry unas gotas para los ojos de borracho que traía a causa del cloro de la alberca. Y como a las diez y media de la noche ya estábamos en nuestra habitación. Si, era una noche en la que pudo haber pasado TO-DO, pero terminó pasando NA-DA. Dos hombres solteros de no malos bigotes con una buena mezcla de vigor que da la juventud y experiencia que dan los treintaytantos estaban en su hotel viendo el noticiero y se aprestaban a dormir.
Preferí salir a caminar y buscar donde comprar dólares a mejor precio, fue ocioso pues los daban prácticamente a lo mismo en todos lados, al regresar me comí la hamburguesa, me tomé una pequeña botella de agua y mi café del seven-eleven acompañado de un cigarro pero no pude dejar de hacerlo sintiendo que lo molestaba, abrí la ventana y terminé por salir a fumar al balcón, el nunca aceptó que le molestaba el humo de mi cigarro. Lo dicho, la gente odia a quien fuma. En la calle los turistas deambulaban por las tiendas, los restaurantes y los antros, el sonido era una mezcla de distintas músicas y barullo de todos lados.
-¿No tienes sueño?
-No mucho, yo duermo poco.
-¿Qué vas a hacer?
-A ver si puedo escribir un poco
-¿Trajiste tu laptop?
Por respuesta le enseñé una pluma y hojas que había traído conmigo. Puse la pluma sobre el papel y comencé a dibujar garabatos mientras pensaba en cosas que me giraban en la cabeza desde México. Terminé por no escribir nada.
-Si quieres háblale al señor que consigue las chicas para que te traiga una y yo me salgo
-Ya duérmete
Me di un baño y me recosté viendo la televisión, entonces fue que me di cuenta que al Gerry le costaba mucho trabajo conciliar el sueño, se daba mas vueltas en la cama que chinicuil en comal, se tapaba la cabeza con la almohada, se ponía boca abajo, de un lado, de otro, apretaba los ojos.
-¿Te pasa algo? ¿Te molesta la televisión, ¿le bajó aun mas? ¿Le apago al aire?
-No, no, estoy bien, estoy bien –contestó-
-Que sería si estuvieras mal. –Me pregunté en silencio-
Me quedé dormido con la televisión prendida y por la madrugada fui despertado por la figura de Gerry caminando en el cuarto y buscando el control remoto para apagarla.
Me desperté muy temprano y me metí a bañar, cuando salí el Gerry traía un semblante de quien no había dormido bien y un pelo como si lo hubieran atropellado pero aun así lo negó en todo momento.
No, estoy bien, estoy bien, bueno es que…no sé, había mucho ruido en la calle, mucha gente haciendo escándalo y luego una barredora mecánica, ¿no la escuchaste?
-Para nada, y pues el ruido de los turistas borrachos es normal, estamos en la zona turística de Playa del Carmen, lo anormal es irse a dormir temprano como nosotros.
Mientras se bañaba puse el noticiero en donde se seguían dando notas de Haití y el terrible sismo. Rato después se calzaba sus chanclas y sus lentes de una sola patita.
-Órale mi Gerry, una recortadita de uñas, ¿nada? Parece que duerme usted en el palo de una jaula. Dijeron que sirven el desayuno a las siete ¿no? Faltan diez, perame ya mero termino de ordenar mis cosas, no encuentro mis gafas. A las siete cuarentaycinco nos citaron para pasar por nosotros para Chichen Itzá. Voy a ir de zapatos y pantalón, no compramos repelente y nos dijo el guía que hay un chingo de mosquitos.
Todo eso lo dije esperando a ser oído por el Gerry mientras me acomodaba los calcetines y me amarraba los zapatos, suponiendo que mi interlocutor estaba en la entrada del cuarto. Cuando levanté la cabeza no había nadie, me asomé al balcón y ahí iba con su particular estilo cruzando la calle enfilándose hacia el restaurante
-Es lo bueno de viajar acompañado –pensé-
Una vez dentro lo busqué con la mirada y ya estaba sentado desayunando con avidez un generoso plato de chilaquiles, huevo, carne, salsa, chantilly, miel, granola, pan y un vaso de leche. Me senté en la mesa y antes que pudiera decirle nada me señaló
-Es bufett, te tienes que registrar y formar, apurale por que si no te dejan atrás.
-Aclaremos las cosas mi querido Gerry, ¿este viaje va a ser de cada quien por su lado o de hacer las cosas juntos?
-Por respuesta se sonrió y dijo “es que soy un poco desesperado”
Entonces la vi, estaba anotando en un libro a la bola de nacos gringos y el par de nacos chilangos que llegaban a desayunar, rato después me enteré que se llamaba Selene. No, por supuesto que no se lo pregunté, leí su nombre en el gafete que portaba.
Continuará…