De aqui nadie sale vivo

No me agradan los muertos. Si alguno de ellos está leyendo esto -y con esto de que ahora ya todo mundo se ha vuelto de mírame y no me toques-, le pido me disculpe y no sienta discriminación de mi parte ni forme frente alguno para demandarme ante la CNDH por mis comentarios hacia la suya que no es ninguna minoría, pues seguro estoy que a lo largo de la historia de la humanidad han sido mas los muertos que los que quedamos vivos. Y a final de cuentas  todos nos vamos a petatear, cosa que por lo demás me desagrada bastante. Les digo, no me agradan los muertos.

Es que se ven muy mal siempre, aún cuando han pasado por las manos de un artista embalsamador son contadas las ocasiones en que se ven bien, hoy día suelen llenar las portadas e interiores de las paginas de los tabloides, quienes en la tapa tienen a unos balaceados con narcomensaje atado y en la contraportada una teibolera. Primero te aterrorizan y luego pretenden hacerte creer que una mujer de esas en tu vida, es posible. Y bueno, no mienten; claro que lo es. Pagando por supuesto.

Regresando a los muertos nunca me ha gustado ir a velorios, no digamos entierros. Nunca se decir las palabras adecuadas, odio los lugares comunes “No somos nada”, “pasò a mejor vida” “ya goza de la presencia de Dios” y lo único que hago es hacerle saber al deudo que estoy con el con un abrazo. Se me hace de muy mal gusto ir a ver al difunto a través del cristal de su féretro pero todo mundo tiene una fascinación por ello. Y si del entierro hablamos las escenas de histeria musicalizadas con un mariachi interpretando las golondrinas mientras el ataúd deciente y gente queriéndose aventar al hoyo mientras se deshace en llanto no me resultan nada gratas. Debo reconocer sin embargo que para esos tangos los nacos nos pintamos solos.

Sucede que la muerte de algún cercano nos sorprende siempre y nos exhibe ante nosotros mismos como unos ingratos que solíamos escatimar el afecto hacia “el hoy occiso” –periodística manera de nota roja de llamar a los muertos-. Pero hoy que ha muerto queremos hacerle saber a el, a la amable concurrencia y a nosotros mismos que lo queríamos mucho, que somos unos grandes amigos y que si bien en vida le llamábamos solo cuando necesitábamos un favor, hablábamos de el a su espalda, y nos enojábamos cuando no podía hacernos un favor, ya saben, esas cosas que hacemos los verdaderos amigos. Pero hoy ya muerto le queremos pedir perdón a Papà, no se diga a Mamà, que ingrato fui contigo siempre y los hermanos y amigos se convierten automáticamente al morir en un dechado de virtudes que por si fuera poco cantaban re bonito. Chava Flores lo dijo mejor al cantar “Cerro sus ojitos Cleto” sobre todo esa parte de “Cuando vivía el infeliz ya que se muera, y hoy que ya està en el veliz, que bueno era” Asì pues me han tocado ver escenas memorables como hijos borrachos llorando a moco tendido y literalmente pidiendo a los demás que los entierren en ese momento junto a la difuntita mamà o la ocasión en que enterraron a un vecino con su caguama para el viaje y un futbolista con un balòn para que siguiera jugando en ese incierto “mas allà”.

Y en fechas como hoy, por si fuera poco nos sale el “ingenio del Mexicano” ingenio bastante cuestionable que nos convierte en poetas de “Calaveritas” versos de métrica desigual, rimas imposibles y humor soso. Por si fuera poco existe una costumbre de decir que el mexicano “se rie de la muerte” y por eso le escribe versos. Yo más bien considero que le tenemos tanto miedo que pretendemos reírnos de nervios, como un niño silbando en la obscuridad para no sentir miedo. Son contadas las personas a quienes les quedan bien, pues observan reglas gramáticas y poseen un verdadero ingenio, como Roberto Gómez Junco, Marco Antonio Flota, Georgina González y por supuesto, yo.

Con las ofrendas multiingredientes y panteones floridos en este día (y secos el resto del año) no me meteré las respeto por es una tradición muy arraigada y por ende no escribiré que pienso que no hacen si no reafirmar esa cualidad que tenemos de querer mucho al muertito y gastarle hoy lo que le regateábamos en vida.

Así pues lamento si no les resulto muy grato este texto que no reivindica a los muertos ni se suma a los festejos de hoy. No estoy seguro de que exista algo después de esta vida, ¿a donde van los muertos?, quien sabe a donde irán. Mas que imaginármelos en un lugar etéreo sin hacer nada y solo ocupados observándome y viniendo a espantar recuerdo a los que conocí y me dejaron algo, o tuvieron una vida tan plena que los hace aun permanecer en la memoria colectiva. Y les agradezco todo lo que me dicen sobre todo cuando se mueren repentinamente. Me dicen sin palabras ni en mensajes desde el mas allá, me dicen con su muerte “Vive ahora por que mañana quien sabe”.

Está bien, me imagino que estos muertos míos al ser mexicanos son bien sentimentales y rencorosos, así que por no dejar los felicito, veladora no les prendí pero ahora que recuerdo Pemex es en parte mía según el discurso oficial así que agarren el mechero mas grande de Poza Rica y aprópiense de su luz y sean muy felices para toda la eternidad, aunque no me caigan ustedes muy bien. Y pensar que yo también me voy a morir algún día.

Bueno, ojala y no.